Abrirse a los demás, la clave para ganar confianza
Todos, en mayor o menor medida, tenemos un cierto grado de timidez. Se trata de un rasgo de carácter que nos permite ser prudentes y discretos pero que, si resulta excesivo, puede limitarnos.
No deja de ser sorprendente que personajes tan relevantes como la escritora Agatha Christie o el científico matemático Albert Einstein tuvieron un gran problema de timidez, rasgo que no les impidió triunfar en sus respectivos campos. Si otro gran tímido, Mahatma Gandhi, fue capaz de conseguir la independencia de la India sin otra arma que su firmeza de carácter y su perseverancia… ¿qué te impide conseguir tus objetivos en la vida, por tímido/a que seas?
No siempre es un rasgo negativo
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la timidez no es un defecto. Los tímidos suelen ser personas prudentes y educadas, lo que les ayuda a ser aceptados socialmente. Según la psicóloga Pilar Valera, autora del libro “Tímida-mente”, atraen a los demás por su capacidad de “escuchar bien y ser sonrientes y discretos”. Además, la introversión característica de estas personas les hace ser más creativos y originales. El problema surge cuando este exceso de prudencia les impide llevar la vida que desearían o les produce sufrimientos o ansiedad. En estos casos, hay que tomar conciencia del problema y actuar.
UNA MENTE MÁS REFLEXIVA Y COMPLEJAUna universidad estadounidense ha realizado un estudio sobre el funcionamiento cerebral de las personas tímidas, obteniendo estos interesantes resultados.
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Lánzate a la vida
No se trata, por lo tanto, de cambiar tu
personalidad, sino de aceptarla y actuar en consecuencia.
- Acéptate tal
como eres.
El tímido se angustia más intentando ocultar su vergüenza que afrontándola
directamente. Para romper con este círculo vicioso, es conveniente
reconocer este problema y hacerlo partícipe a los demás. Tal como afirma
el psicólogo Giorgio Nardone: “La
fragilidad declarada se convierte en fortaleza”. Si te aterra hablar
en público, por ejemplo, la mejor forma de iniciar tu discurso es
reconociéndolo: “Soy una persona
tímida –puedes empezar-, pero intentaré hacerlo lo mejor posible.”
- Evita el “autosabotaje”. Para el
tímido, no hay peor enemigo que sí mismo. Ideas como “lo mío no le interesa a nadie”, “seguro que haré el ridículo”, “lo más probable es que me equivoque”, etc. Le bloquean y
predisponen al fracaso. Para anularlas, lo más eficaz es sustituirlas por
muletillas del tipo “todo el mundo
se equivoca”, “soy capaz de
hacerlo”, etc.
- Gana
autoconfianza.
Pensar que los demás son mejores que tú no sólo es una idea falsa, sino
que, además, te impide actuar con seguridad. Para evitarlo, debes
revalorizarte, concediendo más importancia a tus virtudes que a tus
defectos.
- Decídete y
actúa. Las personas
tímidas se caracterizan por un exceso de reflexión. Pensar bien las cosas
es un rasgo muy positivo pero, si se hace en exceso, puede resultar
paralizante. “Mientras el tímido
reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve.”, reza un proverbio
griego.
APRENDE A RELACIONARTE CON LOS DEMÁSEl escritor Jorge Luis Borges era tan tímido que siempre que debía hablar en público, era su amigo, el poeta Oliverio Girondo, quien lo hacía en su nombre. Pero, según recomienda el psicólogo Robert S. Weimberg, lo que hay que hacer en estos casos es enfrentarse al problema: “Mirar a los ojos de los interlocutores, no huir, quedarse en el grupo, hablar de algún tema, sonreír… No se trata de tener valor para hablar –continúa-, sino de hablar para tener valor”.
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