domingo, 28 de octubre de 2012

Superar un rechazo sentimental


Los desengaños amorosos son parte de la vida y si los encaramos, aprenderemos lecciones para construir nuevas relaciones más gratificantes y plenas

El camino para superar un rechazo sentimental no es huir de él sino confiar en que el dolor nos hace crecer. Tampoco hay que instalarse allí; lo justo es aceptarlo. Simplemente, saber que hay momentos que son difíciles y que eso es parte de la vida. Que si nos toca pasar una situación así es parte de nuestro aprendizaje. Tener la entereza de vivirlo dignamente, no engancharnos en culpar al otro ni sentirnos víctimas de la vida. No somos víctimas porque siempre tenemos margen para actuar.

Es bueno aprender de las situaciones para no repetirlas, y la única manera de hacerlo es equivocándonos. Pero si ante el desengaño nos culpamos y nos enfadamos con nosotros mismos, no podremos aprender. Aprender es darnos cuenta, saber cómo son las cosas y aceptar que la vida nos pone en estas situaciones para crecer.

Habrá una recompensa

Si estás en esta situación, date permiso para llorar, busca entornos en los que puedas abrirte con tu dolor. Evita hablar mal del otro o mantener conversaciones en las que te llenes de odio y de enojo. Acepta este desengaño como parte del camino. Respira y confía en que, si las cosas se dieron así, y tú eres capaz de tomarlo como una oportunidad para aprender, debe haber otro amor esperándote como recompensa a tu crecimiento interior.


SILVIA SALINAS
Psicóloga y Psicoterapeuta gestáltica


jueves, 18 de octubre de 2012

El secreto de las personas felices


Hace unos años, los investigadores de una prestigiosa universidad americana desparramaron por el mundo una encuesta en la que pedían a la gente que listasen diez –sólo diez- cosas imprescindibles para alcanzar la felicidad.

El resultado fue sorprendente por lo unánime. La humanidad entera, con independencia de razas y religiones, anhela lo mismo: amor, paz, seguridad, familia, salud, cultura, libertad, suficiencia económica, alimento y buena relación con la naturaleza. Nada de esto puede atraparse con las manos, pero –y ahora viene lo mejor- a todos los humanos, absolutamente a todos, se nos ha dado un pellizco de cada una de esas cosas.

En valorarlo consiste el truco del tipo feliz. El problema surge cuando, en lugar de reconocer y desear lo que tenemos, nos centramos en lo que nos falta. Dejamos entonces de sentirnos ricos y nos convertimos en mendigos.

Así es como el amor se nos agosta poco a poco; la relación con padres o hermanos se enfría; dejamos que la cultura muera a manos de la televisión o la pereza… Cuando no logramos sentirnos afortunados por lo bueno que nos circunda, nos volvemos analfabetos en el agradecer. Así algunos no encuentran más salida que la de fantasear con deseos que quizá no se materialicen nunca; llaman a este estado “felicidad”, sin darse cuenta de que la verdadera felicidad no se sueña sino que se vive.


ALEJANDRA VALLEJO-NÁGERA
Psicóloga y escritora.


jueves, 11 de octubre de 2012

Cómo romper una cadena de rumores


  • No hagas mal uso de la información revelada en un contexto de confianza. Si te la piden, no dudes en responder que no puedes revelarla. En este caso, dirá mucho más de ti tu silencio que tus palabras.

  • No alimentes rumores, pues dañan las relaciones y ocultan intenciones que desconocemos. No transmitas una información si desconoces su veracidad o su procedencia.

  • Evalúa cómo y cuando puedes dar confianza. La confianza depende de todas y cada una de las personas presentes. Aunque en un grupo haya sólo una persona que no sea digna de ella, debes dejar de darla.

  • No hagas correr la voz. La información circula en cadena. Si uno deja de transmitirla, la cadena se rompe. Haz circular toda la información valiosa, pero evita en todo momento hacer circular la que intoxica.

  • Deslígate de los foros que originan las cadenas de rumores. Siempre hay grupos con especial habilidad y dedicación para generar rumores. Si los identificas y los evitas, también saldrás de la cadena de rumores.





Las ventajas de ser sensible



Hasta ahora, la timidez o la indecisión se consideraban atributos negativos. Pero son rasgos de las ‘personas altamente sensibles’, mucho más intuitivas y empáticas.


Si a una persona le afecta especialmente el comportamiento de los demás, le conmueve el arte, le agobia hacer muchas cosas en poco tiempo, se considera una persona tímida o inhibida… posiblemente se trate de una “persona altamente sensible”, tal y como la define la psicoterapeuta Elaine Aron en su libro El don de la sensibilidad.
Son muchas las personas que, desde su niñez, han tenido que resignarse a que las clasificaran –negativamente- de tímidas, cobardes, vergonzosas, poco decididas o débiles cuando, como explica Elaine Aron, simplemente tienen un sistema nervioso más sensible, y eso las hace actuar de forma diferente a las demás, ni mejor ni peor.
“Tener un sistema nervioso sensible es normal, es un rasgo básicamente neutro. Sucede entre el 15 y el 20% de la población. Significa que usted es consciente de cosas muy sutiles de su entorno, una gran ventaja en muchas situaciones. También significa que se ve abrumado más fácilmente cuando está sometido a un entorno muy estimulante, bombardeado de imágenes y sonidos, hasta que se siente exhausto y con el sistema nervioso alterado. Tiene sus ventajas y sus inconvenientes”.

Cualidades positivas

Ser altamente sensible, por tanto, no es un rasgo natural, no es un problema ni una imperfección. Sin embargo, es conveniente que estas personas se miren a sí mismas bajo una luz positiva, ya que la sociedad tiende a valorar a los decididos y extrovertidos. De hecho, esta sensibilidad extra les permite percibir mejor los errores y evitarlos, tener mayor capacidad de concentración y precisión, mayor intuición y más empatía, entre otras muchas cualidades. Eso sí, deben descansar más y realizar actividades tranquilas y relajantes más a menudo.


martes, 25 de septiembre de 2012

Cómo evitar las falsas expectativas



  • Asegúrate de que captas lo que la gente te dice. No interpretes las palabras de los otros ni tampoco sus silencios. Si algo no te queda claro, pide  que sean más explícitos.

  • Deja claro tu mensaje. No des pie a que malinterpreten tus palabras. No dejes cabos sueltos y verifica que el otro ha entendido exactamente lo que querías decir.

  • No esperes de los demás ciertos comportamientos. Lo que tú harías en una circunstancia concreta no debe ser la referencia para lo que esperas que hagan los demás.

  • No responsabilices a los demás de tus decepciones. En muchos casos, el problema no está en lo que los demás han hecho, sino en lo que tú creías que deberían hacer o te habías imaginado que harían.

  • Aprende a sustituir tus expectativas por ilusión. Si sientes ilusión por algo, te gustaría que ocurriese  pero conoces  y aceptas la posibilidad de que no ocurra.

  • Sé consciente de que no hay ninguna certeza de que se cumplan tus expectativas. Evitarás el riesgo de sentirte decepcionado.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Abrazos contra el estrés


Un día estresante puede contrarrestarse con el amor de una pareja. Una investigación de la Universidad de Toronto ha demostrado los beneficios de algo tan simple pero tan hermoso como recibir un abrazo del ser amado al final de la jornada laboral. Los participantes del estudio habían estado viviendo en pareja durante los seis meses previos a la investigación, y se les encuestó sobre la intensidad del vínculo en su relación. Durante el experimento, se  monitoreó la presión sanguínea de los participantes a lo largo de las 24 horas de un día laboral, y se evaluó el nivel del estrés al que les exponía su trabajo. Los resultados fueron sorprendentes: en aquellos que al llegar a casa después de la jornada laboral recibían el apoyo y los mimos de su pareja se reducía tanto la presión arterial como los niveles de estrés.

martes, 18 de septiembre de 2012

La actitud que cura



La fuerza de la mente puede reducir la intensidad del dolor y propiciar  la auto curación del organismo


La sensación del dolor es más o menos intensa no sólo en función del mal que se padece sino de cómo afrontamos ese dolor. Una investigación del Centro Médico Baptista de la Wake Forest University (EE UU) ha demostrado que tener bajas expectativas sobre un dolor inminente puede reducir la percepción del mismo. Así la intensidad del dolor experimentada por un paciente disminuye o aumenta en función de lo que éste espera sentir. El doctor T. Koyama, uno de los responsables del estudio, afirma que “una actitud positiva permite reducir hasta un 28% la percepción del dolor de forma similar a lo que hace la morfina”. De este modo, tener pensamientos positivos acerca del dolor puede alterar la forma en que el cerebro lo procesa.

Por qué cura el placebo

Este no es el único estudio que ha abierto puertas al tema del poder de nuestra mente para mitigar el dolor o incluso incidir en la curación de ciertas enfermedades. Otra investigación realizada por el equipo Jon-Kar Zubieta, de la Universidad de Michigan (EE UU) ha demostrado que el placebo puede aliviar el dolor, no por simple sugestión, sino porque activa las endorfinas, unas hormonas que actúan como sustancias analgésicas naturales del organismo.

Curación natural

El placebo es un fármaco sin propiedades curativas –por ejemplo una simple pastilla de azúcar- que, en experimentos farmacéuticos, se da a una persona asegurándole que le curará. Hasta ahora se creía que el poder de sugestión era el único responsable de las curaciones por el efecto del placebo. Pero ahora se ha comprobado que si el placebo se administra junto a una sustancia que bloquea la producción de endorfinas, la “curación natural” no se produce. Aunque aún queda mucho camino por recorrer en esta línea de investigación, lo que a estas alturas parece innegable es la estrecha relación entre el cuerpo y la mente en cuestiones de salud.


viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Quieres ser más feliz? Olvídate de ser perfecto


Ser demasiado perfeccionista conduce a la aparición de estrés, ansiedad y trastornos alimentarios. Los expertos recomiendan fijarse metas realistas y entender que los errores son oportunidades para crecer como personas


“Lo más liberador es que te gusten tus imperfecciones”. Esta frase de la escritora Virginia Wolf podría resumir las conclusiones a las que han llegado los doctores Martín M. Antony y Richard P. Swinson, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de McMaster, en Hamilton (EE UU), para quienes la actitud excesivamente perfeccionista está asociada a una mayor presdisposición a padecer depresión, ira incontrolada, preocupación, y ansiedad social. La razón radica, según los expertos, en las elevadas autoexigencias a las que se someten las personas demasiado perfeccionistas. A estas personas, la posibilidad de cometer un error les produce un gran temor al fracaso, síntomas de ansiedad y un gran sentimiento de inutilidad. Las consecuencias son entre otras una baja autoestima y todo tipo de trastornos alimentarios.

Ser menos exigentes

Antony y Swinson aseguran que mediante una serie de estrategias y pautas de conducta es posible “desactivar” esa tendencia al perfeccionismo excesivo, minimizando la angustia y consiguiendo una autoevaluación positiva. Marcarse unas metas realistas, que respondan a los deseos y necesidades particulares, y fijarse unos límites de tiempo para cada proyecto son algunas de las propuestas de los expertos para frenar el exceso de autoexigencias. También es muy importante cambiar los pensamientos negativos y catastróficos respecto a la posibilidad de cometer errores por una sana aceptación de nuestras equivocaciones. Además, se recomienda establecer prioridades, diferenciando lo que es importante de lo que no lo es, y evaluar el éxito no solo en función de los logros sino de lo que se ha disfrutado en alcanzarlo.

Aceptar los errores

Pero lo esencial es ser indulgente con uno mismo y aprender a considerar los puntos débiles como limitaciones propias de cualquier ser humano. Todas éstas son conductas que permiten cometer errores sin sentirse culpable y entenderlos como “pistas” que nos indican dónde podemos incidir para mejorar.


martes, 11 de septiembre de 2012

Más creatividad en la vida diaria



Introducir pequeños cambios en nuestra rutina cotidiana es una buena forma de activar la mente y estimular la aparición de ideas positivas.


La repetición de los mismos hábitos cotidianos a la larga, puede conducir a algunas personas a sentirse bloqueadas mentalmente o a una disminución de su creatividad. Según la psicóloga Linda Kaplan, realizar actividades novedosas respecto a nuestra rutina supone una importante gimnasia para el cerebro, que le permite despertarse de este estado de aletargamiento. En la misma línea, una serie de investigaciones de la Universidad de Duke (EEUU) ha comprobado que los cambios producidos en las zonas cerebrales sometidas a determinados estímulos son distintos cuando la persona realiza una tarea o gesto por primera vez que cuando éstos forman parte de su rutina.

Cambios muy simples

Estos estudios han demostrado que no hay nada mejor para desbloquearse que introducir algunos cambios en la rutina diaria. Someterse a experiencias distintas crea nuevas vías cerebrales para procesar la información, lo que propicia la aparición de ideas. Según Kaplan, no se trata de romper totalmente con nuestra rutina, sino de ir introduciendo poco a poco cambios que fuercen al cerebro a trabajar de una forma novedosa en vez de la habitual: “Optar por una nueva ruta para ir al trabajo o escuchar una emisora de radio distinta puede ser determinante para desbloquear la mente”.

Mente despierta

Otras fórmulas efectivas para estimular el pensamiento son involucrar uno o más sentidos en un contexto nuevo, como comer con los ojos cerrados, ejercitar otro idioma o hacer la compra en un establecimiento distinto al habitual. Con ello se consigue que nuestra mente se mantenga despierta y, además, que tenga mayor capacidad de generar ideas positivas.


sábado, 14 de julio de 2012

Técnicas para superar la timidez


Abrirse a los demás, la clave para ganar confianza


Todos, en mayor o menor medida, tenemos un cierto grado de timidez. Se trata de un rasgo de carácter que nos permite ser prudentes y discretos pero que, si resulta excesivo, puede limitarnos.

No deja de ser sorprendente que personajes tan relevantes como la escritora Agatha Christie o el científico matemático Albert Einstein tuvieron un gran problema de timidez, rasgo que no les impidió triunfar en sus respectivos campos. Si otro gran tímido, Mahatma Gandhi, fue capaz de conseguir la independencia de la India sin otra arma que su firmeza de carácter y su perseverancia… ¿qué te impide conseguir tus objetivos en la vida, por tímido/a que seas?


No siempre es un rasgo negativo


En primer lugar, hay que tener en cuenta que la timidez no es un defecto. Los tímidos suelen ser personas prudentes y educadas, lo que les ayuda a ser aceptados socialmente. Según la psicóloga Pilar Valera, autora del libro “Tímida-mente”, atraen a los demás por su capacidad de “escuchar bien y ser sonrientes y discretos”. Además, la introversión característica de estas personas les hace ser más creativos y originales. El problema surge cuando este exceso de prudencia les impide llevar la vida que desearían o les produce sufrimientos o ansiedad. En estos casos, hay que tomar conciencia del problema y actuar.


UNA MENTE MÁS REFLEXIVA Y COMPLEJA


Una universidad estadounidense ha realizado un estudio sobre el funcionamiento cerebral de las personas tímidas, obteniendo estos interesantes resultados.

  • MÁS PROFUNDOS. Ante estímulos visuales (fotografías, etc.) el cerebro de las personas tímidas no se limita a la percepción visual, sino que elabora la información de una forma más profunda.
  • MÁS CREATIVOS. Al emplear más tiempo en la toma de decisiones, están más predispuestos a la reflexión y a la creatividad.


Lánzate a la vida


No se trata, por lo tanto, de cambiar tu personalidad, sino de aceptarla y actuar en consecuencia.

  • Acéptate tal como eres. El tímido se angustia más intentando ocultar su vergüenza que afrontándola directamente. Para romper con este círculo vicioso, es conveniente reconocer este problema y hacerlo partícipe a los demás. Tal como afirma el psicólogo Giorgio Nardone: “La fragilidad declarada se convierte en fortaleza”. Si te aterra hablar en público, por ejemplo, la mejor forma de iniciar tu discurso es reconociéndolo: “Soy una persona tímida –puedes empezar-, pero intentaré hacerlo lo mejor posible.”
  • Evita el “autosabotaje”. Para el tímido, no hay peor enemigo que sí mismo. Ideas como “lo mío no le interesa a nadie”, “seguro que haré el ridículo”, “lo más probable es que me equivoque”, etc. Le bloquean y predisponen al fracaso. Para anularlas, lo más eficaz es sustituirlas por muletillas del tipo “todo el mundo se equivoca”, “soy capaz de hacerlo”, etc.
  • Gana autoconfianza. Pensar que los demás son mejores que tú no sólo es una idea falsa, sino que, además, te impide actuar con seguridad. Para evitarlo, debes revalorizarte, concediendo más importancia a tus virtudes que a tus defectos.
  • Decídete y actúa. Las personas tímidas se caracterizan por un exceso de reflexión. Pensar bien las cosas es un rasgo muy positivo pero, si se hace en exceso, puede resultar paralizante. “Mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve.”, reza un proverbio griego.


APRENDE A RELACIONARTE CON LOS DEMÁS


El escritor Jorge Luis Borges era tan tímido que siempre que debía hablar en público, era su amigo, el poeta Oliverio Girondo, quien lo hacía en su nombre. Pero, según recomienda el psicólogo Robert S. Weimberg, lo que hay que hacer en estos casos es enfrentarse al problema: “Mirar a los ojos de los interlocutores, no huir, quedarse en el grupo, hablar de algún tema, sonreír… No se trata de tener valor para hablar –continúa-, sino de hablar para tener valor”.

  • TRATA DE SALIR MÁS. En lugar de encerrarte en ti mismo/a o limitarte a salir únicamente con las personas con las que tienes confianza, aprovecha cualquier oportunidad que se te presente para relacionarte con los demás y conocer gente nueva. De esta manera podrás aumentar tus habilidades sociales.
  • CONVERSA CON LOS QUE TENGAS A TU ALREDEDOR. Para perder el miedo a hablar, no hay otra técnica mejor que esforzarse en hacerlo. Puedes empezar hablando tú solo/a en casa, delante de un espejo y, a medida que vayas sintiéndote más seguro/a, entablar conversaciones en las tiendas, en el ascensor, en tu lugar de trabajo, etc. Al final, acabarás por disfrutar de ello.
  • HAZ UNA LISTA DE TEMAS. Si no sabes que decir, prepárate con anterioridad temas que puedan resultar interesantes. Los sucesos de actualidad o el tiempo son buenos recursos, sin embargo, si prefieres algo menos estándar, puedes interesarte por las aficiones, gustos o planes de la otra persona.
  • ATRÉVETE A DISENTIR. Para caer bien a los demás, no hay que limitarse a decir “sí” a todo. Atrévete a defender tus ideas, aunque sean contrarias a las de tu interlocutor. De lo contrario, te sentirás inferior a él.