lunes, 24 de mayo de 2021

Aprender a perdonar

 

El perdón es un bálsamo para quien lo recibe y para quien lo da. Pero perdonar no siempre es fácil. Necesitamos dejar de centrarnos en nuestros sentimientos y buscar la bondad a nuestro alrededor.

En septiembre  se celebra el Yom Kippur, la fecha más señalada del calendario hebreo: el Día de la Expiación. Durante esa jornada se pide perdón a Dios, y durante los 10 días que le preceden, las personas buscan a quienes han ofendido para pedirles disculpas y así empezar bien un nuevo año, como una hoja en blanco. Es un ritual muy hermoso y el escritor suizo Alain de Botton, autor, entre otros libros, de Las consolaciones de la filosofía y La arquitectura de la felicidad, ha afirmado que sería bueno que existiera un Día del Perdón en todas las religiones, ya que, en general, no somos muy buenos para pedir disculpas ni para perdonar.

Aunque no todas las religiones tienen un ritual específico sobre el perdón, la mayoría de las tradiciones espirituales dan un valor importante a la capacidad de perdonar, y las diferentes culturas reconocen la importancia que tiene para la convivencia humana y el bienestar personal. Los científicos también están interesados en entender esta capacidad tan humana, en la última década se ha multiplicado el número de investigaciones sobre el perdón y sus consecuencias. Entre los expertos sobre el tema destacan los doctores Frederic Luskin, de la Universidad de Stanford (EE:UU.), y Robert Enright, de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.).

Ambos han definido distintos aspectos del perdón. Por un lado, este consiste en poder sentirnos menos ofendidos y enojados y dejar de culpar a quien nos ha lastimado. Por otro, el perdón también implica estar dispuestos a abandonar nuestro derecho a estar resentidos, a juzgar negativamente y a tratar con indiferencia a quienes nos han ofendido, para cultivar, en cambio, virtudes como la compasión y la generosidad. Perdonar implica cambiar nuestras respuestas destructivas y transformarlas en conductas que promuevan el buen funcionamiento de la sociedad.



Perdonar es diferente que excusar o justificar una falta. Tampoco significa olvidar o negar lo sucedido. Es cierto que el perdón puede llevar a la reconciliación o a la reparación de la relación entre la víctima y quien comete la ofensa, pero estas dos situaciones no van de la mano necesariamente, por ejemplo, se puede perdonar a alguien y no desear seguir teniendo una relación con esa persona.

Como sucede con otras virtudes, la capacidad de perdonar no se nos da automáticamente. Tenemos que aprenderla y desarrollarla. Basta con observar a padres , madres y maestros de niños pequeños para ver cuánto tiempo dedican a enseñarles a pedir perdón y a otorgarlo. A quienes tienen hijos quizá no les sorprenda enterarse de que algunas investigaciones han encontrado que los niños tienden a perdonar menos que los adultos y que los adultos mayores parecen ser quienes perdonan con más facilidad.

¿Por qué es importante perdonar? Las razones no son solo filosóficas. El doctor Martin Seligman ha descubierto que la salud física, especialmente la salud cardiovascular, tiende a ser mejor entre las personas que perdonan que entre las que no lo hacen. Otras investigaciones indican que el perdón tiende a asociarse con el bienestar psicológico y físico y con las buenas relaciones interpersonales. Las personas propensas a perdonar también suelen presentar menos ansiedad, depresión y hostilidad. Asimismo, la capacidad de perdonar se asocia a tener más emociones positivas, a sentir mayor satisfacción con la vida y tener menos síntomas físicos.



Diversos estudios indican que existe una relación entre el perdón y el estrés, y que los niveles de estrés y los síntomas físicos que lo acompañan pueden disminuir cuando las personas son capaces de perdonar. Por ejemplo, una investigación realizada por el equipo del doctor Luskin con un grupo de asesores financieros detectó que, después de que estos siguieran un programa para facilitar el perdón, sus niveles de estrés no solo bajaron mucho, sino que su grado de satisfacción con la vida mejoró y su productividad aumentó un 25%. Los datos obtenidos por Luskin demuestran que cuando las personas perdonan, su nivel de ira y hostilidad disminuye; un hecho que, en ocasiones, se relaciona con mejorías en la hipertensión arterial.

El doctor Michael McCullough, profesor de la Universidad de Miami (EE.UU.), cree que los seres humanos estamos programados genéticamente tanto para buscar la venganza cuando nos atacan como para perdonar. ¿Qué circunstancias o características determinan si perdonamos o contraatacamos? Es más probable que perdonemos cuando vemos al transgresor como una persona que merece la pena, por ejemplo, alguien con quien tenemos una relación significativa, o si pensamos que puede ser valiosa en nuestra vida. También influye sentir que el transgresor no representa un nuevo riesgo: si ha expresado su arrepentimiento y ha pedido perdón, pensamos que no nos volverá a lastimar

Sabemos que es más fácil perdonar a quien ha actuado sin mala intención que al que nos ha lastimado deliberadamente. Y el carácter importa: a las personas empáticas les resulta más fácil perdonar. Algunos autores han lanzado la hipótesis de que el perdón tiene las mismas bases neurológicas que la empatía, y que tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro facilita que le perdonemos. ¿Siempre es bueno perdonar? No. En algunas ocasiones, perdonar puede traer más ofensas y riesgos si no se cumplen las condiciones de seguridad por parte del transgresor. Pero, en general, para muchas situaciones de la vida, el perdón tiene más ventajas que desventajas.



Everett Worthington, otro reconocido investigador sobre el perdón, dice que, al perdonar, nos liberamos a nosotros mismos. Él lo vivió en primera persona, ya que logró algo casi inimaginable: perdonar al asesino de su madre. Según Worthington, el perdón no es una sola acción, sino un proceso. ¿Cómo podemos ponerlo en marcha? Él nos propone cinco pasos, que en inglés se sintetizan en el acrónimo REACH, que significa "alcanzar":
R= Recordar el dolor: visualizar los eventos y las circunstancias de la ofensa.
E= Empatizar con el transgresor: tratar de comprender su punto de vista.
A= Altruismo: el perdón es un regalo que se da sin pedir nada a cambio.
C= Comprometerse públicamente a perdonar a esa persona.
H= Honrar ese compromiso: mantenerse decidido a perdonar.

Otros ejercicios que nos pueden ayudar a perdonar son intentar "soltar" un resentimiento cada día y escribir una carta de perdón a alguien, no para mandársela sino para leerla nosotros durante varios días.

El doctor Luskin nos recuerda que "vivir bien es la mejor venganza": en vez de seguir centrándonos en nuestros sentimientos heridos y dar con ello poder sobre nosotros a quien nos lastimó, aprendamos a buscar el amor, la belleza y la bondad a nuestro alrededor. Perdonar nos ayudará a recuperar la sensación de que tenemos poder sobre nuestra vida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario