Las equivocaciones pueden servirnos para ganar confianza y valor
“Si quieres obtener un resultado diferente, no hagas siempre lo mismo”, decía Einstein. Volver la vista atrás para ver en qué hemos fallado ayuda, precisamente a eso, a avanzar hacia delante con un nuevo impulso.
La historia de la humanidad está plagada de errores con final feliz: el descubrimiento de la penicilina o de los rayos X, sin ir más lejos, fue fruto de un accidente. Un error de cálculo hizo que Colón desembarcara en América, en su intento por abrir una nueva ruta hacia las Indias. Y es que tal y como decía el escritor James Joyce, “las equivocaciones son los portales del descubrimiento”.
El problema es que vivimos en una sociedad que premia el acierto, símbolo del triunfo, y castiga el error, considerado como un fracaso. Pero sin él, la sociedad no avanzaría. No hay más que tener en cuenta que la mayoría de progresos de la ciencia se basan en el principio de la prueba-error. Thomas Edison inventó el filamento incandescente de la bombilla después de 1.000 intentos frustrados. “No fracasé. Sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”, decía orgulloso. “En las demostraciones –reconocía con humildad el gran matemático Jacques Hadamard-, cometo aproximadamente los mismos errores que mis alumnos. Mi única ventaja es que yo me doy cuenta antes que ellos”.
La interpretación positiva
El secreto hacia la felicidad no está en alcanzar la perfección, una meta imposible, sino en hacer un buen balance de nuestras “meteduras de pata” para así salir airosos la próxima vez que nos encontremos en una situación similar.
- Errar es de humanos. Como decía el gran político
Winston Churchill “todas las
personas cometen fallos, pero solo las inteligentes aprenden de ellos”.
Cada error que se deja atrás, se convierte en un nuevo paso hacia delante,
siempre y cuando nos preguntemos qué nueva enseñanza hemos aprendido.
- La experiencia es un grado. Solo las personas que
vuelven a levantarse tras una caída llegan a la meta final. Además de
ayudarnos a ser más fuertes y precavidos, los errores nos obligan a
cambiar nuestro punto de vista, un ejercicio muy sano, y a encontrar
soluciones más ingeniosas.
- Archívalo como una
advertencia.
“El premio gordo –dice Francesc
Miralles, autor de diversos manuales de psicología- lo obtiene quien más aprende de sus errores”. El
multimillonario empresario estadounidense Robert Kiyosaki, después de
haberse arruinado tres veces, tiene claro que la fórmula secreta para
superar los reveses de la vida es muy sencilla: “No volver a tropezar con la misma piedra”.
- No te machaques. Podemos sentirnos
avergonzados por lo que hemos hecho, pero nunca por quienes somos, porque
tal y como recoge la sabiduría popular, “quien asa y amasa, de todo le pasa” o “quien tiene boca se equivoca”.
De la misma forma, hay que ser responsable de nuestros actos, pero no
culparnos de ellos. “Reconocer la
equivocación y aprovecharla es un alarde que ronda la genialidad”, afirma
el filósofo José Antonio Marina.
¿LAS COSAS NO TE SALEN COMO QUIERES?En vez de maldecir tu mala suerte o creer a ciegas en las fuerzas del destino, abre los ojos y busca la causa.
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TOMA NOTA DE LAS LECCIONES DE
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