Ser
demasiado perfeccionista conduce a la aparición de estrés, ansiedad y
trastornos alimentarios. Los expertos recomiendan fijarse metas realistas y
entender que los errores son oportunidades para crecer como personas
“Lo más liberador es que te gusten tus
imperfecciones”. Esta frase de la escritora Virginia Wolf podría resumir las
conclusiones a las que han llegado los doctores Martín M. Antony y Richard P.
Swinson, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de McMaster, en
Hamilton (EE UU), para quienes la actitud excesivamente perfeccionista está
asociada a una mayor presdisposición a padecer depresión, ira incontrolada,
preocupación, y ansiedad social. La razón radica, según los expertos, en las
elevadas autoexigencias a las que se someten las personas demasiado
perfeccionistas. A estas personas, la posibilidad de cometer un error les
produce un gran temor al fracaso, síntomas de ansiedad y un gran sentimiento de
inutilidad. Las consecuencias son entre otras una baja autoestima y todo tipo
de trastornos alimentarios.
Ser
menos exigentes
Antony y Swinson aseguran que mediante una
serie de estrategias y pautas de conducta es posible “desactivar” esa tendencia
al perfeccionismo excesivo, minimizando la angustia y consiguiendo una
autoevaluación positiva. Marcarse unas metas realistas, que respondan a los
deseos y necesidades particulares, y fijarse unos límites de tiempo para cada
proyecto son algunas de las propuestas de los expertos para frenar el exceso de
autoexigencias. También es muy importante cambiar los pensamientos negativos y
catastróficos respecto a la posibilidad de cometer errores por una sana
aceptación de nuestras equivocaciones. Además, se recomienda establecer
prioridades, diferenciando lo que es importante de lo que no lo es, y evaluar
el éxito no solo en función de los logros sino de lo que se ha disfrutado en
alcanzarlo.
Aceptar
los errores
Pero lo esencial es ser indulgente con uno
mismo y aprender a considerar los puntos débiles como limitaciones propias de
cualquier ser humano. Todas éstas son conductas que permiten cometer errores
sin sentirse culpable y entenderlos como “pistas” que nos indican dónde podemos
incidir para mejorar.